Las mil caras de la docencia

En la práctica docente, los roles que debe adaptar el profesional son muchos, dadas las múltiples funciones que, por ley, le son encomendadas. Desde la enseñanza de su asignatura hasta la atención al desarrollo integral del alumno (intelectual, social, psicológico, moral, etc.), el docente carga sobre sus hombros una responsabilidad enorme para con sus alumnos, y es por eso que su profesión requiere, por una parte, una formación integral y continua en varios campos y, por otra, la colaboración estrecha con otros profesionales, que también intervienen en el proceso de formación integral del alumno, en la influencia sobre este o en su proceso educativo, cada uno desde una perspectiva algo distinta: el coach educativo, el tutor, el orientador, el asesor e, incluso, el influencer.

El coach educativo es un "profesional" que se dedica a acompañar al alumno para ayudarle a potenciar el desarrollo de todas sus capacidades, incidiendo en su motivación, desempeño, autoestima, etc., mediante el método socrático; es decir, el diálogo: no se trata de aconsejarle, marcarle pautas o evaluarle psicológicamente, sino de acompañar un proceso de autoconocimiento en el que el coach lo único que hace es cogerle la mano para darle confianza y dejar que el propio alumno vaya avanzando poco a poco en ese proceso.

El tutor, por otra parte, es una figura algo más estable o institucionalizada: es el referente directo del alumno en particular y/o de un grupo concreto dentro del aula, el mediador entre ellos y la institución escolar, el apoyo pedagógico principal y más directo y el encargado de orientar y ayudar al alumno en todos sus problemas de carácter pedagógico, vocacional, social o educativo dentro del contexto del aula y la institución escolar.

El orientador, a diferencia del coach, no se limita a acompañar al alumno en un proceso de autoconocimiento, sino que pone en conocimiento del alumno todas aquellas vías y caminos que se abren delante de él a nivel académico, personal y profesional. Ayuda al chaval a descubrir y conocer mejor sus capacidades, habilidades y diferentes rasgos de la personalidad, y le ayuda a tomar las decisiones pertinentes en consecuencia, en cada uno de esos tres ámbitos. Es una figura mucho más profesionalizada que la del coach (considerado por algunos como un simple "charlatán"), y su labor suele complementar y apoyar la del tutor.

El asesor educativo es un consejero, una persona que se dedica a ofrecer sus consejos al alumno que se lo pida en todos aquellos aspectos del entorno educativo sobre el que el alumno tenga dudas, y es también una figura altamente profesionalizada.

Y el influencer, finalmente, es simplemente una persona, normalmente un personaje público, que expresa su opinión, su vida o su trabajo normalmente a través de las redes sociales, y que llega a un público más o menos amplio, sobre los que, de una forma u otra, tiene capacidad de ejercer cierta influencia, ya sea sobre sus opiniones, sus hábitos de consumo, sus conductas, etc. Es una figura muy moderna, que nace sobre todo a raíz de las redes sociales y que trasciende un poco la figura del intelectual clásico que, de una forma distinta, influía también en la sociedad y en su pensamiento global o su imaginario colectivo. Para muchos (y entre los que me incluyo), es una figura vacua, absurda e incluso peligrosa, cuya actividad encarnaría una moderna vanitas vanitatis. De todas las figuras descritas aquí, es la única que no pertenece propiamente al entorno educativo.

Cada una de estas figuras desarrolla un rol importante en la vida de los alumnos: acompañamiento, mediación, orientación, consejo e influencia; y cada uno de ellos lo hace desde un lugar de profesionalización que no admite, en general sustituciones o intrusismos.

Pero hay también una figura importantísima que aglomera todos esos roles en una sola profesión, aunque sea (quizás) en menor medida, por aquello de que "quien mucho abarca poco aprieta": el profesor. Un buen profesor, para poder ejercer la docencia como Dios manda, tiene que tener un poco de cada una de estas profesiones: tiene que saber acompañar al alumno, mediar y guiarle en sus problemas, orientarle adecuadamente, aconsejarle e incluso tener la capacidad de influenciarle positivamente, y eso es lo que convierte esta profesión en una responsabilidad tan grande.

Por supuesto, esto no significa que el docente pueda sustituir a cualquiera de esas otras profesiones. Todas ellas deben servir de apoyo y complemento a la profesión docente, y precisamente por eso, este debe esforzarse en desarrollar esas habilidades para conseguir un trabajo conjunto más efectivo, eficaz y beneficioso para el alumno, para poder prestar así una atención más adecuada a esa formación integral que, por su vocación, ha sido llamado a cuidar y atender.



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