Curso 2030-31

En cuanto me acabo el café, pago al camarero que está en barra, cojo mi carpeta y me voy. Es hora de clase.

Hoy empieza el curso, y estoy emocionada. Algo triste de que se acaben las vacaciones, pero entusiasmada con lo que nos depara este año. Llego a la puerta del aula, y por la ventanilla veo las caras de mis quince alumnos, los mismos de quienes fui tutora el año pasado. Todas esas caras que están llenas de alegría y expectativas, con el alborozo y la emoción propias de todos esos primeros días de clase.

Y me dispongo a entrar. Y daré mi clase. Les plantearé mi asignatura, Literatura, que damos ya de forma paralela a Lengua y habiendo superado el enfoque positivista y nacionalista que hasta no hace mucho le dábamos. Vamos a tener clases conjuntas con varios profesores, con el de Lengua, el de Música, la de Historia del Arte e incluso, en alguna, con la de Historia.

Y después iré a la reunión del claustro, y acabaremos de concretar algunos aspectos del currículo general, de todas aquellos contenidos a los que vamos a dar un enfoque interdisciplinar. Y luego acabaremos de rematar los grupos de trabajo de las optativas del Proyecto de Teatro, el cual les presentaremos mañana a las tres clases de 4º de la ESO, que algo conocen ya porque, como todos, asistieron el año pasado a la representación de los que van un curso por delante de ellos. Y nos consta que están emocionados.

Todos esos pensamientos vuelan en un milisegundo por mi mente, mientras sigo ante la ventanilla de la puerta. Y sonrío. Sonrío ante la expectativa de este nuevo curso, y con la satisfacción y la emoción de haber conseguido lo que soñaba cuando, hace diez años, me formaba para dedicarme a la docencia: replantear el método de enseñanza en los centros para paliar la excesiva fragmentación del conocimiento para mejorar una formación realmente integral de los adolescentes, así como mi ilusión particular: haber sido capaz de implementar en un centro el Proyecto de Teatro Escolar, con resultados buenísimos tanto en la motivación como en el aprendizaje de nuestros chicos.

Otro año más, y una ilusión nueva y conocida a la vez. Y cuando acabe este curso, de nuevo, la satisfacción del trabajo cumplido, y el reconocimiento de este en las caras sonrientes de mis alumnos, que pasan algunos a Bachillerato, y otros a Ciclos Formativos, la mayoría de ellos seguros, animados e ilusionados ante el futuro que se abre ante ellos. Y aunque quede mucho por mejorar, sonreiremos también, porque poco a poco nos vamos acercando a nuestros objetivos, y vamos viendo cómo las ganas de aprender, poco a poco, reflotan en un mar que se había llenado de amargura, desilusión y desesperanza. Poco a poco.

Y el curso próximo, más y mejor.




Comentarios

Entradas populares

Seguidores