"I don't know"

Muchos son los problemas que podrían achacarse al sistema educativo español, y las causas de esos problemas son, probablemente, mucho más numerosas y mucho más complejas de lo normalmente estamos dispuestos a analizar. Existen muchos estudios estadísticos que pretenden ofrecer una visión fáctica y objetiva de la situación, como PISA o PIAAC, en los que España no sale muy bien parada, y que sirven como punto de partida para una mayor elaboración en el diagnóstico del sistema educativo.

Sin embargo, hay tantas variables que entran en juego en un fenómeno tan complejo como es la educación, que un análisis riguroso de su situación supera en mucho mis capacidades analíticas y las de una simple entrada de un blog. Lo que sí puedo hacer, no obstante, es centrarme en uno de esos factores que he podido observar bien de cerca. Si bien he dicho que España no suele salir especialmente favorecida en los informes PISA, hay que decir que el sistema educativo de Castilla y León ha situado a la comunidad autónoma a la cabeza de España y en el séptimo lugar a nivel mundial, según informaba en 2017 El Norte de Castilla. El artículo apunta a varias causas de ese éxito, y sin embargo, uno de los factores a los que Fernando Rey, el consejero de Educación, atribuye el buen funcionamiento de nuestro modelo educativo coincide curiosamente con una de las mayores debilidades que había detectado yo en la educación de mi entorno cercano, una tendencia dominante en las escuelas de Castilla y León; tendencia que, como he podido comprobar desde mi experiencia como profesora de refuerzo escolar, ha afectado negativamente a la calidad de estudio y aprendizaje de los alumnos. Hablo de la enseñanza bilingüe.

Entiéndanme: de ningún modo estoy sugiriendo que aprender idiomas sea malo o perjudicial; como todo conocimiento, es una herramienta más para el acceso al conocimiento, sobre todo en este mundo cada vez más global. Sin embargo, el sistema adoptado, a pesar de lo bien que pueda sonar sobre el papel, en la práctica está demostrando ser nefasto. Y no hablo de los resultados numéricos que pueden mostrar las encuestas, sino de la calidad del aprendizaje de los alumnos. En la oportunidad que he tenido últimamente de acompañarlos en sus ratos de estudio, he podido comprobar cómo se limitan a memorizar una serie de esquemas y vocabulario en inglés de asignaturas como historia, geografía o ciencias naturales, sin que sean capaces ni siquiera de comprender qué es lo que están estudiando, o qué significan las relaciones que simbolizan esas flechas que tienen copiadas en sus cuadernos, y que relacionan (vaya usted a saber cómo) conceptos que son incapaces de comprender.

He visto cómo alumnos vallisoletanos aprenden que viven en la "Central Plateau", y que si les hablan del Tajo tienen problemas para situarlo porque siempre les han hablado del Tagus. Les he visto explicarse unos a otros esquemas explicativos de las electromagnetic forces repitiendo palabras sueltas (palabras que, además, en muchas ocasiones tienen mal copiadas) y sorprenderse gratamente cuando después de mucho rato memorizando les he dicho que cuando hablan de un "magnet" están hablando de un imán. Podría seguir con mil anécdotas; en todo caso, mantengo que he podido ver cómo dejaban de aprender bien otras asignaturas por saber más inglés, y "de aquella manera".

Podríamos hablar también de la preparación que el profesorado tiene para ello, el cual se convierte en un problema añadido, que no el principal. Es evidente que, en su mayoría, los profesores de secundaria son grandes expertos en su propia materia, y a pesar de la poca formación en pedagogía y psicología que el máster garantiza, están perfectamente capacitados para impartir su asignatura. Pero ahora resulta que se les pide que, además de enseñar su asignatura, enseñen también inglés a sus alumnos, independientemente de la capacidad real que tengan para ello. Me parece que eso es injusto no solo para sus alumnos y para ellos mismos, que se ven forzados en gran parte en centrar sus esfuerzos más en la forma que en el contenido, sino también para los profesores de inglés, que como profesionales capacitados específicamente para la enseñanza de idiomas, no dejan de sufrir, en cierta manera, una forma de intrusismo profesional.

Al final, aunque la intención es perfectamente lícita y acorde con los tiempos modernos, en los que el acceso a la información es inmediato y global, pero no siempre disponible en nuestro idioma, la ejecución es defectuosa. El proyecto de escuela bilingüe ha planteado el aprendizaje de idiomas como una herramienta necesaria para la adquisición y el asentamiento de conocimientos, y no obstante, lo que estamos observando es que lo que debía ser un medio se ha convertido en un fin que se consigue a costa del conocimiento que en origen se pretendía asentar. Tengo, por lo tanto, serias dudas respecto al papel favorable que puede haber jugado en el éxito de Castilla y León en los informes Pisa.

Reitero: no estoy diciendo que el inglés o los idiomas en general no sean conocimientos que merezcan ser aprendidos por sí mismos más allá del valor pragmático que puedan tener (sobre este tema hablaré en otra entrada), porque evidentemente que vale la pena. El problema que yo he observado es que por aprender inglés se dejan de aprender otras cosas igualmente importantes.

Tengo la sensación, en definitiva, que lo único que conseguiremos con este modelo educativo es que nuestros alumnos sean capaces de responder cualquier pregunta, con un acento más o menos perfeccionado,  con un contundente "I don't know".




Comentarios

  1. Muy sensato lo que dices. Enseñar una materia es hacerla comprensible a los alumnos. Usar un idioma que no conocen es añadir una barrera innecesaria al aprendizaje.

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    1. Se supone que el objetivo es que el inglés no sea una lengua que no conozcan, pero claro, si la premisa es que lo irán aprendiendo a medida que lo vayan usando para estudiar otras asignaturas (y que, por tanto, de primeras no lo conocen, tal como dices), entonces efectivamente, se les está poniendo de facto una barrera al aprendizaje de esos conocimientos. Y me parece que al final acaban por no aprender bien ni una cosa ni la otra. Muchas gracias por tu comentario.

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  2. Me parece una observación muy interesante... Nunca lo había visto así y sinceramente me ha hecho cuestionarme muchas cosas... Sin embargo, ¿podemos pensar que con alumnos de cursos superiores la situación es distinta? Es decir, en caso de tener ya cierto conocimiento del idioma, éste no les será un impedimento para aprender la materia, obteniéndose así los beneficios del bilingüismo... ¿Podría ser?

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    1. Claro, evidentemente, siempre que se haga bien. La cuestión no es que la educación bilingüe sea mala per se, sino que el modelo educativo que se ha implementado está muy mal planteado y hace más mal que bien: ni aprenden inglés, ni aprenden las demás asignaturas.

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